5 de Enero
Gen 1:4
"Y vio Dios
que la luz era buena, y Dios separó la luz de las tinieblas".
La luz bien podría
ser buena, ya que brotó desde la bondad de su ordenanza, "Sea la
luz". Nosotros que disfrutamos de esta Luz deberíamos de estar más
agradecidos de lo que aparentamos estar, y visualizar más de Dios en ella y por
ella.
La luz física es dicha por Salomón para ser agradable a los ojos (Eclesiastés 11:7), pero la luz del evangelio es infinitamente más preciosa, porque revela cosas eternas, y ministra a nuestras naturalezas inmortales. Cuando el Espíritu Santo nos da esa luz espiritual y abre nuestros ojos para contemplar la gloria de Dios en la faz de Jesucristo, vemos el pecado en sus verdaderos colores y nosotros mismos en nuestra posición real; Vemos al Dios Santísimo cuando se revela a sí mismo, el plan de misericordia como él lo propone, y el mundo por venir como la Palabra lo describe. La Luz espiritual tiene muchos rayos y colores prismáticos, y estos colores pueden ser conocimiento, gozo, santidad o vida, y todos son divinamente buenos. Si la luz recibida es así bondadosa, ¿qué será la luz esencial de donde proviene su resplandor, y cuán glorioso debe ser el lugar donde se revela a sí mismo. Oh Señor, puesto que la luz es tan buena, danos más de ella, y más de ti mismo, más de la luz verdadera.
La luz física es dicha por Salomón para ser agradable a los ojos (Eclesiastés 11:7), pero la luz del evangelio es infinitamente más preciosa, porque revela cosas eternas, y ministra a nuestras naturalezas inmortales. Cuando el Espíritu Santo nos da esa luz espiritual y abre nuestros ojos para contemplar la gloria de Dios en la faz de Jesucristo, vemos el pecado en sus verdaderos colores y nosotros mismos en nuestra posición real; Vemos al Dios Santísimo cuando se revela a sí mismo, el plan de misericordia como él lo propone, y el mundo por venir como la Palabra lo describe. La Luz espiritual tiene muchos rayos y colores prismáticos, y estos colores pueden ser conocimiento, gozo, santidad o vida, y todos son divinamente buenos. Si la luz recibida es así bondadosa, ¿qué será la luz esencial de donde proviene su resplandor, y cuán glorioso debe ser el lugar donde se revela a sí mismo. Oh Señor, puesto que la luz es tan buena, danos más de ella, y más de ti mismo, más de la luz verdadera.
Tan pronto como
hay una cosa buena en el mundo, también una división sale a la escena. La luz y
la oscuridad no tienen comunión; Dios los ha dividido, no los confundamos. Los
hijos de luz no deben tener comunión con hechos, doctrinas o engaños de
tinieblas. Los hijos del día deben ser sobrios, honestos y valientes en la obra
de su Señor, dejando las obras de las tinieblas a los que morarán en ella para
siempre. Nuestras Iglesias, deben por disciplina dividir la luz de la
oscuridad, y debemos por nuestra distinción del mundo separarnos de sus caminos.
En el juicio, en la acción, en lo que escuchamos, en la enseñanza, en nuestras
relaciones, debemos discernir entre lo precioso y lo vil, y mantener la gran
distinción que el Señor hizo en el primer día del mundo. Oh Señor Jesús, sé tú
nuestra luz en todo este día, porque tu luz es la luz de los hombres (Juan 1:4).
Hermanos que Dios
les de ese discernimiento, que la Luz era buena, y Dios separó la Luz de las
tinieblas, Génesis 1:4. Hasta mañana.
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