El libro de Mateo
capítulo 5-b,
Este ya es nuestro
segundo Podcast donde hablaremos de las bienaventuranzas, recordemos que las
bienaventuranzas nos hablan de las virtudes de los que ya somos salvos, aquí
encontraremos una lista describiendo a los cristianos, los discípulos de Jesús,
es por eso que encontramos en el primer versículo de este capítulo que Jesús espero a que sus Discípulos fueran
hacia donde él estaba. Este sermón del monte no fue predicado para toda la
gente, sino a sus discípulos, para aquellos que están dispuestos a ir hasta
donde esta Jesús, sentarse a su alrededor y escuchar, escuchar con ganas de
mantener todo lo posible en su mente y en su corazón, con ganas de que nunca acabe
ese sermón, con ganas de estar allí por siempre escuchando cada palabra que
sale de la boca de nuestro maestro inspirando cada silaba con su gloriosa
sabiduría. Hermano aquí es en donde tu y yo nos encontramos en este preciso
momento, sentados alrededor de nuestro Sr Jesús, a sus pies, recibiendo esta
hermosa enseñanza. Quienes somos Bienaventurados.
En nuestro Podcast
anterior nos detuvimos a observar las primeras 4 bienaventuranzas,
Bienaventurados los Pobres de Espíritu, aquellos que reconoces su pecaminosidad,
y se entristecen por ella, aquellos que reconoces que son malvados y que no son
merecedores de nada, Pobres, Ciegos y Desnudos; también escuchamos la
bienaventuranza, de aquellos que lloran, para los que se lamentan desde el
fondo de su corazón por haber transgredido los mandamientos de nuestro Sr. que
fueron dados para bien y no para mal, para traernos bienes y no males. Aquellos
que lloran, son como los niños pequeños que estando perdidos en medio de una
ciudad, lloran pensando que jamás encontraran a sus padres, lloran como jóvenes
rebeldes, que habiendo abandonado la buena instrucción de su padre, se
encuentran lejos, envueltos en sus pecados indignos y malvados, que creen que
su padre jamás los perdonará, aquellos que lloran, lloran porque traen un peso
tan grande sobre ellos mismos que solo las lágrimas les dan consuelo.
Escuchamos también la bienaventuranza de aquellos mansos, de aquellos que se
someten a la voluntad de su padre, aquellos que tienen bajo control su
temperamento, aquellos que son pacientes, son amables y son oradores; y por
último escuchamos la bienaventuranza, de aquellos que tienen hambre y sed de
justicia, de aquellos que estudian la palabra de Dios como si fuera la llave de
una fuente de aguas interminables, dulces y ricas que sacian cualquier sed, aquellos
que son librados de las cadenas del mundo y vienen a Jesús como aquel Pan de
Vida, como aquella Bebida única que puede saciar sus necesidades, de aquellos
que ya no se comparan con los hombres, sino que se comparan conforme a la
Santidad de Dios, de los que se comparan con la Justicia de Dios y se ven
lejos, muy lejos de alcanzar tan grandes estándares de Justicia, y anhelan esta
Justicia divina como aquel ciervo que brama por las corrientes de aguas, así
brama sus almas por la santidad de Dios, Santidad que fue dada a todos nosotros, la Santidad de nuestro Sr Jesús.
Es importante señalar,
que estas bienaventuranzas y las que veremos en este podcast nos declaran las
actitudes que deben de llevar todos los cristianos, el carácter de todo
cristiano, y éstas nos dejan ver quiénes son verdaderamente salvos. Ahora, el
ser Manso no te hace salvo, salvo eres solo a través de la fe en nuestro Sr Jesús,
como dice Pablo en su carta los Efesios 2:8 “Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe”, Pero si somos salvos, entonces aspiramos a ser mansos, y somos
alentados a tener cada una de estas bienaventuranzas.
Bien, entremos a la
siguiente bienaventuranza; Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. La misericordia
que podemos ofrecer a los demás, es la misericordia que hemos recibido; nadie
puede dar nada que no le haya sido dado primero, y los que hemos recibido de
gracia de gracia debemos darlo. La misma palabra misericordia nos ayuda a
definirse a sí misma; la raíz griega de esta palabra proviene de la palabra
compasión, y la palabra compasión tiene que ver con aquellos que se duelen con
el dolor ajeno. Hoy en día podemos ver lo opuesto a esta palabra, en este caso
la indiferencia, leemos todos los días en los periódicos u observamos en la
televisión o por medio de nuestros móviles una enorme serie de noticias donde
encontramos dolor ajeno; homicidios, desastres naturales, violencia, abusos,
hambruna, cientos de cosas, por no decir que miles, y en nosotros no destella
ni una chispa de compasión, ni una chispa de misericordia. Podemos dar miles de
escusas por las cuales no tenemos compasión por aquellas personas tribuladas,
pero vivimos indiferentes a las situaciones inclusive de nuestros vecinos y a
veces hasta de nuestros familiares más cercanos.
Los Misericordiosos,
son aquellos que están llenos de compasión por otros, son aquellos que tienen
una simpatía con el dolor ajeno o con alguna necesidad por la que esté pasando
alguien y procuran siempre ayudar. Están llenos de buenas obras, obras
caritativas sin jamás esperar nada a cambio. De estos el Señor jamás se olvida,
y su recompensa está presente desde esta vida hasta la venidera.
La siguiente
bienaventuranza es para los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios. Para nuestro Sr Jesús, la parte
interior del hombre era y es lo más importarte de regenerar, de limpiar. Cuando
Jesús estaba hablando con Nicodemo, uno de los maestros de la Ley en aquel
entonces, Jesús le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de
nuevo, no puede ver el reino de Dios (Juan 3:3). Una persona puede ser muy
buena fingiendo pureza espiritual, nuestro Sr Jesús lo sabía muy bien pues él
podía ver los corazones, o sea los pensamientos de los hombres (1Sam 16:7),
pero nosotros solo podemos ver lo externo. La limpieza de nuestro corazón no es
algo que nosotros podamos desarrollar en nosotros mismos, no es a base de una
fuerza de voluntad para cambiar nuestros pecaminosos pensamientos,
absolutamente nadie ha nacido jamás con un cazaron puro y con una voluntad
propia de hacer lo correcto, No hay ni un solo justo, ni uno solo (Sal 14:3),
dice la palabra. Solo el justo Jesucristo, el Único con perfecto corazón,
hombre sin pecado alguno. Tampoco podemos regenerarnos con ceremonias
bautismales, a un bebe no se le puede regenerar su corazón con el bautismo, es
completamente inútil bautizar a un niño para limpiar su pecaminosidad con un
roció de agua sobre su cabeza, tampoco un adulto. La limpieza de nuestro
corazón viene a través del sacrificio de nuestro Sr Jesús, pero para recibir
este grandioso acto, el glorioso Espíritu Santo debe hacer su obra con cada uno
de nosotros; ya lo hemos visto hermanos, el espíritu santo nos lleva a una
convicción de nuestros pecados, a un profundo entendimiento de nuestra
transgresión con la ley de Dios, nos muestra lo apartados que estamos de Dios y
de allí nos lleva a un arrepentimiento verdadero, a un profundo dolor en
nuestro corazón por nuestra maldad y un deseo de no volver a pecar, y en ese
proceso, cuando todo parece ser dolor y sufrimiento, cuando no encontramos cura
para el peso enorme que tenemos en nuestros corazones, el Espíritu Santo nos
muestra a Jesús, nos muestra su sangre derramada en aquella cruz, aquella
sangre que nos limpia completamente nuestra impureza, aquella sangre que nos
hace limpios de corazón, aquel hombre perfecto, sin mancha que dio su vida por
los hombres pecadores. Que amor hermanos, como Moisés levantó la serpiente en
el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Jua 3:14-15).
Veamos a ese hijo de hombre levantado en aquella cruz para ser curados de todos
nuestros males, para tener un verdadero limpio corazón.
Hermanos, los de
Limpio corazón, son aquellos que buscan ser rectos tanto por dentro como por
fuera. No se satisfacen con memorizar rituales religiosos, sino buscan que sus
pensamientos sean íntegros como sus actos, teniendo siempre un pensamiento
libre de ofensa y una honesta alabanza hacia Dios. Estos hermanos verán a Dios.
La siguiente
bienaventuranza es para los
pacificadores, estos serán llamados hijos de Dios. La pureza de corazón nos
ha alzado al escalón de los pacificadores, la última bienaventuranza. La pureza
de corazón ayuda al pacificador a ser certero al momento de obrar como aquel
que trae la paz de Dios, pues esta paz nunca puede llegar a través del pecado.
Una mentira puede ser un instrumento para traer paz en alguna situación, pero
jamás traerá la paz de Dios, pues la paz de Dios no transgrede su propia ley.
Un hombre con esta
bienaventuranza, no es un hombre fuera de este mundo, es un hombre que tiene
problemas como cualquier otra persona, pero los afronta siempre buscando la
paz, muchas de las veces teniendo la razón de algún conflicto, cede a este con
el propósito de llegar a la anhelada paz. Pablo nos da una pista de este
carácter, 2Ti 2:24 Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino
amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. El hombre pacificador, es un
hombre que también se enoja, pero sabe dirigir su enojo como también tiene
dominio propio, como nos dice Pablo en su carta a efesios Efe 4:26-27 Airaos,
pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al
diablo. También el pacificador se enfrentará al rechazo e inclusive a la
oposición de su postura; es por eso que nuestro Sr Jesús habla de una
bienaventuranza más después de esta, Bienaventurados
los que padecen persecución por causa de la justicia, porque aquellos
pacificadores serán rechazados y su opinión puesta por los suelos. Pero nuestro
Sr Jesús nos habla que estos serán llamados hijos de Dios y como perseguidos,
recibirán el reino de los cielos.
Que preciosa
bienaventuranza hermanos, ser llamados hijos de Dios, todos aquellos que
observen a un pacificador, encontraran a un cristiano, y si encuentran a un
cristiano encontraran a un hijo de Dios; como dice Juan en el 1:12 Mas a todos
los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios;
Hermanos, la última
parte de estas hermosas bienaventuranzas nos dice los siguiente:
Bienaventurados sois cuando por mi causa os
vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. El ser cristiano nos lleva a ser diferentes,
a nadar contra corriente, cada bienaventuranza nos separa de la multitud del
mundo y el mundo nos aborrecerá por ello, pero nuestro Sr Jesús nos consuela
con el último versículo de estas bienaventuranzas:
Gozaos y alegraos,
porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los
profetas que fueron antes de vosotros. Nuestro galardón es grande hermanos,
mayor que cualquier cosa que nos pueda ofrecer este mundo y esta vida, no
olvidemos que aquel que nos perdonó, también nos separó porque las tinieblas no
pueden habitar donde la luz habita.
Espero hermanos que
estas bienaventuranzas les hayas ayudado a reconocer el camino del cristiano,
las bienaventuranzas no te hacen salvo, Cristo te hace salvo, pero estas son el
camino del cristiano, estas describen el carácter del cristiano.
Que Dios los bendiga
hermanos esta semana y si Dios quiere, nos vemos la próxima con un poco más. En
el nombre de nuestro Sr Jesús, Amen.
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